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Paciencia y confianza
Había una vez una princesa que vivía en los territorios de Yánina llamada Haydée. Ella era dueña de un majestuoso semental de color castaño, el caballo más hermoso del reino Otomán.
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Una noche, un ladrón, llamado Ginés de Pasamonte, intentó robar el caballo, pero fue capturado por los guardias del palacio y arrojado a una mazmorra sin luz ni ventilación.
A la mañana siguiente lo llevaron a rastras a la corte de la princesa. ¿Cómo te atreves desalmado, regañó la princesa, "a poner tus manos sucias sobre mi caballo real, guardias! ¡Maten a este ladrón! ¡Lo quemarán vivo hoy mismo!"
Inmediatamente, Ginés se inclinó profundamente. "Vuestro juicio es justo y sabio, oh noble princesa", respondió con calma, "mi vida es de poco valor ... pero antes de irme me gustaría ofrecerle un regalo..."
"... vuestro caballo es muy hermoso, pero si vuestra Alteza me perdonara un año y un día, ¡Yo puedo enseñar a vuestro caballo a cantar himnos! Lo juro, conozco mucho sobre la ciencia de la Hipología"
La gente de la corte se echó a reír, pero la princesa estaba intrigada. Después de todo, ella no había alcanzado a tan alta posición rechazando voluntariamente los regalos, sin primero verificar si eran de algún valor. Para sorpresa, la princesa aceptó rápidamente la oferta de Ginés.
Al salir de las habitaciones, el carcelero susurró al ladrón: "¡Eres un pobre tonto e ignorante!"
"¿Soy un pobre tonto?" El ladrón respondió con una sonrisa sabia. Luego explico su razonamiento: "Ayer no tenía nada, hoy tengo un año más de vida y muchas cosas pueden pasar en ese tiempo: el caballo puede morir, yo puedo morir, la princesa puede morir, todos podemos morir con una pandemia ... y quién sabe, ¡Hasta el caballo podría aprender a cantar!"